El cambio climático es la mayor amenaza medioambiental que enfrentamos en la actualidad. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, IPCC por sus siglas en inglés, estima que las actividades humanas han causado un calentamiento global de aproximadamente 1,0°C (un rango probable de 0,8 °C a 1,2 °C) con respecto a los niveles preindustriales; el Banco Mundial estima que los desastres naturales multiplicados por los efectos del cambio climático provocan trastornos generalizados a las familias y las empresas que se traducen en un costo de, al menos, USD 390.000 millones de dólares anuales; y, la NASA define como efectos futuros del cambio climático, entre otros, cambios en los patrones de precipitación (lluvia), más sequías y olas de calor, huracanes más fuertes y más intensos, una mayor probabilidad que el ártico se quede sin hielo, o que el nivel del mar aumente de 1 a 4 pies para 2100.
A partir del Protocolo de Kioto surgieron varios mecanismos para incentivar la reducción y/o compensación de gases de efecto invernadero, GEI, principales causantes del cambio climático. Existe una gran variedad de tipos de mercados de carbono, aunque la distinción más habitual que suele hacerse es diferenciarlos entre a) mercados de carbono de Cumplimiento o Regulados; y, b) mercados de carbono Voluntarios o No regulados. Los primeros son mercados de cumplimiento obligatorio de reducción de emisiones de GEI y están controlados por gobiernos nacionales o instituciones supranacionales. Los mercados voluntarios, por su parte, están fuera de las exigencias oficiales y obligatorias por lo que están configurados por empresas, organismos e instituciones con y sin fines de lucro que voluntariamente se auto exigen cumplir con objetivos de reducción de emisiones.
En los mercados voluntarios de carbono existen varios estándares que buscan garantizar la calidad de los proyectos. Los tres estándares más utilizados en la actualidad son Verified Carbon Standard (VCS), Gold Standard (GS) y Climate Action Reserve (CAR). La metodología VCS a cargo de la ONG “VERRA” es uno de los estándares más utilizados a nivel mundial. De acuerdo con el tipo del proyecto, la metodología VCS ofrece diferentes herramientas. En Chile y Colombia, países que disponen de una normativa local para combatir el cambio climático, los proyectos desarrollados se concentran mayoritariamente en el estándar VCS-VT0001 o “Tool for the Demonstration and Assessment of Additionality in VCS Agriculture, Forestry and Other Land Use (AFOLU) Project Activities, v3.0”. Esta herramienta proporciona un enfoque escalonado para demostrar y evaluar la adicionalidad de las actividades del proyecto de carbono.
Diseñar proyectos AFOLU implica, por ejemplo, impactar en la disminución de metano, biogás, la producción de biomasa por reforestación, la reforestación de pastos, los cambios y la conservación de usos de suelo, etc. Según la FAO la dinámica de estos proyectos es conservar o restaurar un ecosistema, de modo que se capture o retenga CO2. Es preciso mencionar que los proyectos de carbono implican cuantiosos costos de ejecución. Por lo que es necesario disponer de suficientes flujos de efectivo tanto para la inversión inicial cuanto para el mantenimiento de esa inversión. En este sentido, los mercados de carbono son una vía para obtenerlos, pues el carbono capturado puede ser sujeto de transacciones como una mercancía, si previamente las toneladas de carbono son traducidas en créditos de carbono. Esta “traducción” a bonos, créditos o certificados se hace a través de los proyectos de carbono.
¿Quieres conocer como se diseña un proyecto de carbono? En la próxima entrada abordaremos esto.
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