Boris F. Ochoa-Tocachi, PhD: ATUK Consultoría Estratégica
Ana Elizabeth Ochoa-Sánchez, PhD: Universidad del Azuay
Las personas tienen una relación especial con la naturaleza. No es extraño ver que, incluso en ciudades muy densas y modernas, los espacios verdes sean oasis de descanso y entretenimiento y que muchas casas y departamentos tengan al menos una o dos masetas sembradas. En busca de maximizar la fertilidad del suelo, es posible adquirir tierra negra en varios viveros y mercados de la ciudad. Sin embargo, lo que varias personas ignoran, es que mucha de esa tierra negra es explotada y traída desde las turbas en los humedales de alta montaña.
Los humedales de alta montaña (punas, jalcas, Patagonia, bofedales, oconales, páramos y turberas) son sistemas ecohidrológicos que tienen una gran capacidad de almacenamiento de agua. Estos reservorios naturales pueden ser alimentados por fuentes superficiales de agua, como la escorrentía generada por eventos de lluvia, o por agua subterránea, como afloramientos o flujos de agua subsuperficiales. El agua recibida se puede almacenar sobre el suelo, debido a depresiones topográficas, y dentro del suelo, gracias a su alta porosidad. Los humedales pueden almacenar cantidades de agua tan altas como 2000 mm (es decir, una columna de 2 metros de altura de agua por cada metro cuadrado de superficie), las cuales pueden ser comparables con el caudal anual e incluso superiores a la precipitación anual de la cuenca a la que pertenece. El agua almacenada en el suelo es retenida durante el año por la presencia de capas con baja conductividad hidráulica vertical, tales como las arcillas. Posteriormente, el agua puede ser devuelta a quebradas y ríos aguas abajo por flujos laterales subsuperficiales. La capacidad de devolver el agua almacenada a la cuenca dependerá de la conectividad hidrogeológica del humedal. Un humedal hidrogeológicamente desconectado podrá tener flujos subterráneos poco profundos de respuesta rápida en el orden de semanas, mientras que un humedal conectado al acuífero podría presentar recarga profunda y tener un impacto sostenido a lo largo del año, incluyendo las temporadas secas.
Este estado permanentemente saturado de los humedales genera cambios químicos en sus suelos que se han venido desarrollando durante miles o hasta millones de años. Los suelos que se encuentran permanentemente húmedos acumulan materia orgánica y ralentizan su descomposición. Esta materia orgánica acumulada incrementa el contenido de carbono orgánico en el suelo. A su vez, un mayor contenido de carbono permite un mayor almacenamiento de agua, lo que resulta efectivamente en un círculo virtuoso entre los ciclos de agua y carbono. El carbono almacenado en los suelos convierte a los humedales en uno de los almacenes más importantes para la mitigación del cambio climático. Sin embargo, es precisamente este alto contenido de carbono el que vuelve a estos suelos negros y fértiles muy atractivos para los extractores ilegales, quienes los explotan para venderlo luego en viveros o mercados de la ciudad como abono o tierra orgánica. Este es un problema regional andino. Un reportaje del periódico Ojo Público de Perú reportó que entre 2012 y 2015 el área de humedales altoandinos se redujo en casi 5,000 hectáreas en ese país (una superficie ligeramente mayor a la que ocupa toda la ciudad de Ambato). El “negocio para pocos” de la tierra negra seguía fluyendo desde las altas montañas hasta las ciudades generando conflictos sociales y violentos con las comunidades locales que habitan en las zonas altoandinas. Mientras algunos pobladores tratan de defenderlos de un vacío legal, especialistas empiezan a comparar su depredación con la de la minería ilegal. De igual forma, en Ecuador, no es extraño encontrar tierra negra explotada de los humedales altoandinos en viveros y mercados populares en zonas como Nayón y otras.
Los humedales altoandinos, no solamente están amenazados por la depredación ilegal. Sus suelos son particularmente sensibles a cambios en el ciclo del agua inducidos por la erosión de quebradas, construcción de drenajes, sequías prolongadas y los usos del suelo para actividades agrícolas y ganaderas intensas. La degradación de suelos ocasiona pérdida de la vegetación, aumento de escorrentía, reducción de infiltración de agua en el suelo, reducción en la productividad, entre otros impactos. La ganadería intensiva modifica las características físicas del suelo produciendo compactación, la cual es una de las formas más severas de degradación de suelos. Esta compactación de suelos tiene consecuencias dramáticas en la hidrología de los humedales pues inhibe la infiltración, disminuye la disponibilidad de agua, aumenta la escorrentía y la erosión. Todo esto lleva a un impacto en los ecosistemas y en las mismas comunidades locales. Por ejemplo, las comunidades locales, al experimentar una disminución de la disponibilidad o calidad del agua para sus cultivos y otras actividades productivas aguas abajo, pueden profundizar su dependencia en la ganadería. Esto conlleva a incrementar el número de animales y a extender las zonas de pastoreo aguas arriba. El sobrepastoreo, a su vez, disminuye aún más la capacidad de almacenamiento y regulación del agua por compactación de los suelos en los humedales y ecosistemas cercanos, lo cual reduce todavía más la disponibilidad de agua en los periodos de estiaje. El estrés hídrico resultante obliga a las comunidades a buscar zonas de pastoreo cada vez más altas y cercanas a las fuentes de agua, profundizando esta dependencia en la ganadería, el sobrepastoreo y otras prácticas no sostenibles. Esta espiral de pobreza y degradación debe ser rota y revertida mediante la restauración y conservación de los humedales y ecosistemas altoandinos, así como mediante el mejoramiento y diversificación de las prácticas productivas para evitar la ocupación del suelo aguas arriba y en fuentes de agua.
La Convención RAMSAR, firmada en Ramsar, Irán en 1967, propone la conservación y uso racional de los humedales mediante esfuerzos locales, nacionales y con cooperación internacional. En el marco de esta Convención, los documentos más actuales y pertinentes son la Estrategia Regional para Conservación y Uso Sostenible de Humedales Altoandinos y el Cuarto Plan Estratégico de RAMSAR para 2016–2024. Los objetivos desarrollados en estos documentos requieren de la aplicación local y nacional y, además, de intercambio de información y experiencias a fin de dar un adecuado seguimiento al estado de conservación en el que se encuentran los humedales e implementar acciones conjuntas enfocadas en su restauración. El Fondo para la Protección del Agua (FONAG) en coordinación con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador (MAATE) gestionaron la elaboración de una Guía de Buenas Prácticas sobre Conservación y Restauración de Humedales Altoandinos (Ochoa-Sánchez et al., 2021) basada en documentos científicos y técnicos que promuevan la conservación y el manejo sostenible de los humedales altoandinos.
La Guía de Buenas Prácticas sobre Conservación y Restauración de Humedales Altoandinos que es el resultado de lo que cada uno de los países andinos aportó para este crear este documento colaborativo. Esperamos que sirva de aporte para desarrollar más la temática y continuar en contacto para compartir experiencias y aprendizajes.
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La misma relación especial que tenemos las personas con la naturaleza nos debe guiar a conservar, proteger, restaurar y manejar sosteniblemente los humedales y ecosistemas altoandinos: son fuentes de agua, almacenes de carbono, paisajes culturales y reservas de biodiversidad. Las presentes y futuras generaciones dependemos de su salud y conservación.
Referencias:
- Convención de Ramsar y Grupo de Contacto EHAA. (2008). Estrategia Regional para la Conservación y Uso Sostenible de Humedales Altoandinos.
- Cooper et al. (2019). Drivers of peatland water table dynamics in the central Andes, Bolivia and Peru. Hydrological Processes. 33: 1913– 1925.
- Cuadros-Adriazola, J (2020). Hydrology of high-Andean ‘bofedales’ wetlands: A conceptual model. MSc thesis, Imperial College London.
- Ochoa-Sánchez et al. (2021). Guía de Buenas Prácticas sobre Conservación y Restauración de Humedales Altoandinos. Fondo para la Protección del Agua y Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador, RAMSAR, ISBN: 978-9942-8807-1-0.
- Patiño et al. (2021). Influence of land use on hydro-physical soil properties of Andean páramos and its effect on streamflow buffering. Catena, 202: 105227.
- (2014). Ramsar. La Convención Sobre Los Humedales y Su Misión. https://www.ramsar.org/es/acerca-de/la-convencion-sobre-los-humedales-y-su-mision
- (2015). El Cuarto Plan Estratégico para 2016 – 2024.
- Valois et al. (2020). Characterizing the water storage capacity and hydrological role of mountain peatlands in the arid Andes of North-Central Chile. Water, 12: 1071.
- Valois et al. (2021). Improving the underground structural characterization and hydrological functioning of an Andean peatland using geoelectrics and water stable isotopes in semi-arid Chile. Environmental Earth Sciences, 80: 41.
- Ziegler et al. (2020) Arrasar la tierra: una comunidad resiste el tráfico de humedales. Ojo Público. https://ojo-publico.com/1946/arrasar-la-tierra-el-trafico-de-humedales-en-sierra-de-lima
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